La viscosidad se refiere a la capacidad de un líquido para resistir el movimiento de otro fluido. A esto se le llama visco-elasticidad del fluido. La viscosidad de cualquier fluido es simplemente una medida de su elasticidad a una cierta velocidad. Por ejemplo, el agua tiene una viscosidad alta en comparación con el jarabe. Por esta razón, las gotas de agua son tan pequeñas que toda la atmósfera a su alrededor estallaría instantáneamente en vapor cuando golpearan la superficie del agua.
En términos simples, la visco-elasticidad se refiere a la facilidad con la que un fluido cambia su viscosidad cuando es movido por la fuerza de la gravedad. Cuanto más un fluido pueda cambiar su viscosidad, menos podrá resistir el movimiento de otro fluido. En otras palabras, cuanto mayor es la visco-elasticidad del fluido, más gruesas son las gotas de agua y menor su movilidad; por lo tanto, más delgado es el aire a su alrededor. Por tanto, las gotitas de agua tienen una viscosidad muy alta mientras que el aire que las rodea está más diluido, ya que el aire actúa como lubricante.
Si compara el agua con un líquido viscoso, la viscosidad del líquido se vuelve relativamente pequeña cuando la presión y la temperatura son constantes. Sin embargo, si la presión y la temperatura son diferentes, la viscosidad del fluido cambia. La viscosidad, como ya hemos visto, también se puede expresar como el cambio en la viscosidad del fluido en función del cambio de presión. Una capa muy fina de agua (menos de cinco micrones) es unas cien veces menos viscosa que una fina capa de aire (entre tres y cuatro micrones). Esto significa que la viscosidad del líquido aumenta a medida que aumenta la presión del líquido. Este hecho está relacionado con otro hecho: cuanto menos se ve afectada la viscosidad de un fluido por los cambios de presión, más fuerte es el enlace químico del fluido entre las moléculas.